Depresión: trastorno al alza post COVID-19
Mucho hemos escuchado sobre los síntomas de COVID-19 y las secuelas físicas que puede dejar la enfermedad. Sin embargo, después de haberla padecido, también quedan secuelas emocionales que tienen gran impacto tanto en las personas que se han infectado con el virus, como en sus familiares y cuidadores.
De acuerdo con datos de la Organización Mundial de la Salud (OMS), durante el primer año de la pandemia la prevalencia de la ansiedad y la depresión aumentó un 25%. Por su parte, de acuerdo con la revista Lancet Psychiatrist, 34% de personas fueron diagnosticadas con enfermedades neurológicas o psiquiátricas 6 meses después de haber padecido COVID-19.
¿Por qué es común la depresión post COVID-19?
Algunas de las secuelas de la enfermedad son fatiga, debilidad muscular, caída del cabello, problemas renales, alteraciones de la función pulmonar, deficiencias cardiovasculares, pero también hay efectos neurológicos muy importantes.
El virus del COVID-19 se caracteriza por entrar en las células y causar inflamación, esto incluye a las células de sostén del cerebro que dan alimentación a las neuronas. Esto incrementa de un 25% a un 45% la probabilidad de padecer ansiedad, depresión o problemas de sueño.
Aunado a lo anterior, el estado emocional de las personas infectadas con el virus influye mucho en su recuperación. Especialmente en las personas que tuvieron parientes o amigos cercanos con complicaciones graves, o incluso que vivieron el fallecimiento de alguien querido, pueden tener recuerdos traumáticos y experimentar miedo a afrontar la enfermedad.
Por otro lado, algunos medicamentos prescritos para el tratamiento de la enfermedad, como los corticoides para desinflamar el organismo, provocan insomnio, pensamiento nublado, pesadillas, ansiedad, temblores, sudoración nocturna, entre otros.
Muchas personas, además, reportan haber experimentado ataques de pánico, paranoia y ansiedad ante la vacunación, el regreso a las actividades presenciales y ante nuevos contagios.
4 fases de la depresión post COVID-19
La depresión y ansiedad suele presentarse en cuatro etapas: miedo, aislamiento, incertidumbre y futuro. El miedo no solo es por la enfermedad, sino por morir solo en un hospital, por las complicaciones y, sobre todo, por contagiar a los seres más queridos.
La segunda etapa es la soledad del aislamiento ante un confinamiento que parece no terminar y conlleva a la tercera etapa de incertidumbre tanto por el futuro económico como de salud. Por último, la ansiedad por el futuro, el desarrollo de nuevas vacunas y tratamientos más efectivos para superar la economía y regresar al mundo que conocíamos.
¿Qué hacer?
La información que actualmente tenemos sobre salud mental se considera tan solo la punta del iceberg y un llamado a los gobiernos para incluir la salud mental en los planes de tratamiento de la enfermedad por COVID-19.
Las alteraciones mentales más frecuentes son ansiedad, depresión, trastornos del sueño, trastorno del estrés postraumático en personas que fueron hospitalizadas o que recibieron cuidados intensivos.
Practicar ejercicios de relajación, meditar, hacer yoga y leer son actividades que pueden ayudar a combatir los padecimientos psicológicos leves. Sin embargo, ante cuadros de depresión o ansiedad severa, lo más recomendable es acudir con un psicólogo para trabajar los miedos, sentimientos de culpa y el estrés postraumático.
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